
¡Qué vacío enorme has dejado!
Fue una vida corta (8 m), pero intensa, y desbordante de momentos, alegrías y anécdotas, tantas que serían incontables. Porque así fue. Su compañía llenó tanto y sin darme cuenta, que lo extraño mucho en verdad. Me acompañó a todas partes, y disfruté montones de su presencia, de sus ocurrencias, de su lenguaje y gestos a mis conversas, de sus iniciativas y solicitudes, de su juego, de esa pasión infinita por la vida y la amistad, de su lealtad y cariño, de sus locuras, de su curiosidad incansable.