![]() Un buen amigo que tengo (de esos que se toman el tiempo para decirte respetuosamente, en persona y a los ojos, reflexiones 'aguantadas', a riesgo que incomoden -lo que otros posiblemente prefieren juzgar sin miramientos o también callar o dejar al chisme), me increpó recientemente sobre mis opiniones políticas -que francamente son apenas periféricas y limitadas en contexto-, esto a propósito de la elección presidencial del año pasado y, en referencia a lo que fueran mis publicaciones en la red social Facebook (restringidas a los 'amigos'), cuando desde un primer mensaje (26.5.2022) plasmé etiquetas para referirme a 4 candidatos del momento, tales como, bravucón, maestro, despeinado y bufón.
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Pensar distinto (y actuar en consecuencia), con deferencia y de manera argumentada, debiera ser una de las virtudes de mayor fomento y aprecio en una sociedad, bajo supuestos mínimos –claro está– de respeto a las diferencias, a la moral, a los derechos humanos universales, a la ley, como también a las buenas costumbres. ¡Qué interesante vivir en una sociedad donde pensar distinto sea un ejercicio de construcción común!
Se activan la dialéctica y la sinergia, se estimula el intelecto, y se avanza en moralidad colectiva. Pero no, no es ese el panorama idílico desde el cual reflexiono. Mi entorno al menos, da muestras de castigo social o comunitario al que piensa diferente, al que no comulga con otros, sean pequeños o grandes grupos. |
Reflexiones
Reflejos de mi sentir sobre temas ambientales.
© Felipe Andrés Velasco AutorFelipe A. Velasco Archivos
Abril 2023
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