Reflexión al contexto del olvido, los errores y el desinterés. Por allá en 1852, Manuel Ancízar con increíble desatino planteó desecarlo, para ampliar la frontera agrícola[1], dejando el agua y al ecosistema a un lado, sin importancia, más bien como estorbo a “los que busquen tierra para trabajar”. Y sigue siendo visto como un estorbo para muchos, a quienes bastaría verlo confinado a un tubo y muchas mangueras… sin la más mínima reflexión de ciclo hídrico, uso racional o sustentabilidad, menos aún de cadena ecológica o de valor ambiental. No en vano, de aquel entonces a hoy, las expresiones más contemporáneas y ‘brillantes’ desde el megáfono de algunos actores locales influyentes en la comunidad de cuenca, califican al de Tota como un “embalse artificial”, apenas apto para riego, y por tanto susceptible de reemplazo con cuatro paredes de tanque, y mientras más pequeño mejor (eso sí, que no falte la manguera). En medio de las penurias de Tota, hace poco se escuchó una voz científica que advirtió unos porcentajes de enfermedad biológica en el humedal, citando que allí en Tota, ya se detectaban trazas de metales pesados en tejidos de peces aunque por debajo de la norma, y que un 10% de todo el lago estaba impactado negativamente por actividad antrópica, mientras el restante 90 no[2], a lo cual un dirigente local de inmediato comentó… ah no!, las trazas están por debajo de norma, y es “solamente” el 10% de impacto al lago; es decir, no es grave. (Traducción= No hagamos nada). Durante al año 2012 se evidenció y se hizo público desde una iniciativa de sociedad civil, el estado de amenaza y mal manejo de aquel “sitio”, a través de una novedosa y efectiva herramienta llamada galardón Globo Gris[3], que cumplió su objetivo y tuvo repercusión local, nacional e incluso internacional, y desde allí se ha sacudido el statu-quo en procura de un despertar grande. Pero más se demoró en llegar esa evidencia perceptiva social, que en escucharse rápidas reacciones locales en varios actores, que calificaron la medida como “exagerada”, a sus promotores como “personas no gratas”, e incluso algunas voces fuera de cuenca que censuraron la iniciativa porque “faltó socializarla” y porque el mecanismo no era “válido”, etc.; solo crítica sobre crítica. Y no faltó quien soñara o recibiera información de algún duende, que hacer ello había sido “por interés”, llegando incluso a barajarse unas sumas que hasta el baloto resultaba poca cosa, e incluso algunos “ambientalistas” foráneos soñaron otras tesis o contactaron a grupos NI (no identificados) y concluyeron también sus propias novelas, todas, eso sí, apuntando al descrédito, y con ello de carambola a ocultar verdades. Más recientemente, en una semana cualquiera entre Junio y Julio del presente año, amanecieron flotando muertas miles y miles de truchas de criadero en jaulas, suceso que para la autoridad ambiental fue muy claro y en efecto se permitió ilustrar a toda la región, al país y al mundo, que aquello era resultado de un “fenómeno curioso” y consecuencia de la “luna llena”. Amén. Pocos días después, la novedosa tesis recibió autógrafo[4] y pasó a los anales… así es, a los congestionados “anales” de Tota. En medio de todo lo cual, y producto de otra suerte de sueños o visiones, los actores causantes y ahora perjudicados por su propio mal, se declararon “perseguidos”[5]. No puede olvidarse tampoco cómo, frente a la exigencia de varios miles de ciudadanos a finales de 2012 para que el de Tota fuera designado sitio Ramsar o convertido en Humedal de Importancia Internacional, la máxima voz estatal “ambiental” del país determinó, comenzando 2013, que tal medida era ciertamente algo “muy exagerado”[6]. Y es llamativo cómo, todos nosotros hemos caído en la curiosa tendencia de ocultar lo “feo” (dominante en muchos sectores de cuenca), basta revisar fotografías (99%, por decir gran mayoría) de las que abundan con Tota, todas ellas buscan – se entiende – la óptica “bonita”, el paisaje a lo lejos, la sonrisa, el niño sin mocos; porque eso “feo”, simplemente, no existe. Es mejor, dirán muchos, barrer bajo el tapete. Es duro ver al espejo nuestros problemas, pero no verlos es patológico. A finales de 2007 surgió alguna voz que propuso ponerle infraestructura y anclajes en concreto reforzado a la isla San Pedro, para levantar un flamante Complejo Turístico y Centro de Convenciones manejado por concesión privada (es decir, servicio doméstico made in cuenca, con presunciones de llamarlo generación de “empleo” como argumento de valor), y la propuesta fue aplaudida a reventar. La metamorfosis de éste nuevo “aporte” al sitio llamado todavía lago de Tota, va siendo denominada solo “Centro de Eventos”, y todavía está siendo aplaudida por muchos. De muy poco ha servido hasta ahora, el reporte auditor nacional[7] que encontró 51 hallazgos de irregularidad en las 14 entidades estatales revisadas sobre el manejo con Tota, aunque está por verse el desarrollo de ello en los próximos meses. Y así, uno más otro, han sido, son y siguen siendo sonados y notables los elementos de orden local, regional y nacional que llevan a pensar que el lago de Tota realmente no existe para muchos, no duele ni importa, y más parece ser una molestia tener que atenderlo dignamente como merece, un enfermo pobre y desprotegido, casi huérfano, al que puede seguirse dejando en sala de espera, porque hay otros temas “más importantes” que el agua y que la vida. Creo que, dejar en abandono, enfermedad y muerte lenta algo tan valioso como el lago de Tota, como en efecto se encuentra (pese a seguir siendo bello y cautivador); es muy diciente de lo que somos como país, como Colombianos, e intuyo que en su mayoría así sea. No valoramos lo importante, somos egoístas y lo común es ajeno (buscar: tragedia de los comunes), no sabemos anticipar, somos torpes abandonando lo valioso… y todo ello, además sin comprender lo positivo, vivificante y económico que es proteger, cuidar, prevenir y asegurar el uso racional de la naturaleza para bien de todos; a cambio de actuar tarde o desoír llamados oportunos. No pierdo la esperanza, porque el cambio es posible, y de hecho fácil con un mínimo de voluntad. Y no debe avergonzarnos, ni mucho menos detenernos, el hecho de haber cometido errores en el pasado; eso sí, en la medida en que actuemos mejor en el presente y futuro, lo único posible al fin y al cabo. Hasta pronto. © Felipe Andrés Velasco Sogamoso, 17.9.2013 --- [1] “Al extremo S. [Sur] tiene un desagüe natural, origen del Upía, susceptible de ser ahondado con poco trabajo, para dejar en seco mucha parte de las márgenes, de que podrían aprovecharse los estancieros ya situados en contornos. Proyectos descabellados se han tenido sobre esto, sin hacerse cargo de las nivelaciones necesarias, ni de lo inservible del fondo de la laguna, que debajo de los 80 metros de agua contiene por lo menos 8 de cieno incapaz de adquirir consistencia en muchas decenas de años. Los desagües parciales, ahondando periódicamente el cauce del Upía, es lo único practicable y que promete buen éxito a los que busquen tierra para trabajar, no tesoros, porque allí son tan ciertos como el diablo-ballena de Piedrahíta” – ver: (p3) http://issuu.com/carteleracolombia/docs/5._del_lago_de_tota-_31jul2010
[2] Ver resultados Foro: http://www.defensalagodetota.info/2012/10/valioso-aporte-academico-claridad-y.html [3] Ver: http://ggt.fundacionmontecito.org/poster-wwn-grey-globe-2012-ltota.html [4] Ver: http://www.causatota.net/uploads/1/3/4/0/13405170/resolucion_1195_2013.pdf [5] Ver: http://www.defensalagodetota.info/2013/08/los-perseguidos.html [6] Ver, escuchar: http://www.defensalagodetota.info/2013/01/muy-exagerado.html [7] Ver: http://www.defensalagodetota.info/2013/07/contraloria-general-informe-lago-de.html
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Reflejos de mi sentir sobre temas ambientales.
© Felipe Andrés Velasco AutorFelipe A. Velasco Archivos
Enero 2024
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