Ante la actual (y repetida) tristeza que refleja la situación del país, dejo este aporte reflexivo orientado a que, pareciera que "el problema" son los demás. Es decir, claramente, el terreno común que se percibe es aquel de un discurso donde "son ustedes, ellos, y los demás en general" la causa de todo esto, pero no yo... no-no-no, yo no entro en esa ecuación. Y no es un terreno nuevo: Sigue siendo el terreno común al que aterrizan los debates. Y entonces, ¿es realmente así?, ¿no tengo nada que ver en esto, el problema es esencialmente ajeno, de todos los demás, no mío? No. Definitivamente creo que no. Por el contrario, en la asignación exclusiva del problema a otros, y la correspondiente negación del reconocimiento propio como parte del mismo, está una parte sustancial de la esencia intrínseca del problema: la deshonestidad propia, la hipocresía de pretender que decirnos mentiras a nosotros mismos hace desaparecer la realidad, soñar que "barrer bajo el tapete" desaparece el mugre.
Culpamos con facilidad al Gobierno, al Congreso, al político tal o cual, al proyecto de ley este o aquel, al directivo perano o sutano, a los jueces, y etcétera; empero, ¿todo ese sistema, existe gracias a qué o quiénes? La leche está derramada, y esa múcura la cargaban unos mientras otros optaron cruzarse de brazos, es culpa de unos y otros (los que hacen y se equivocan, los que aciertan pero son minoría, como también los que no hacen nada), pero, los malos resultados de hoy son consecuencia de una larga cadena de desaciertos o insuficientes aciertos, o al crecimiento desmedido de las injusticias, en lo que todos hemos participado. No pretendo con ello "echar sal en la herida" del que ya sufre (persona o territorio), haciéndole ver que esa situación fue también obra suya, de un modo u otro. Personalmente también lo sufro, menos o más que otros pero todos llevamos heridas. Soy sensible (o creo serlo, al menos) y de ninguna manera puede tratarse con igualdad la situación de unos y otros en un país tan desigual como el nuestro. Aunque, sí al menos pretendo que la protesta sea sensata, mesurada, inteligente, y sobre todo visionaria en el entendido que, si queremos un mejor futuro, debemos cuidar mucho la sensatez de nuestras acciones presentes y más próximas. Si hablamos de ambiente, antes de salir a reclamar debemos vernos al espejo y preguntarnos qué ejemplo o autoridad moral tenemos para el reclamo. Si hablamos de sociedad y solidaridad, antes de vociferar revisemos qué ejercicio ciudadano hemos tenido en nuestro territorio, nuestra ciudad, o vecindario. Si apuntamos a lo económico, antes de criticar veamos qué huella (y culpa, o aplauso) tienen nuestros actos, emprendimientos o consumos, de cualquier índole o tamaño, y qué tipo de economías o empresas hemos estado apoyando a sabiendas o sin saberlo. Y si hablamos del terreno político, antes de alzar la voz recordemos qué responsabilidad hemos asumido en los momentos de elección y participación, qué tanto interés hemos puesto en revisar candidatos y programas, o qué tanto hemos participado en la construcción o ajuste de caminos de gobierno. ¿Por qué? Porque, revisando antes nuestros actos propios, u omisiones, podemos tal vez comenzar a reconocer con humildad que, si hemos dejado la responsabilidad de país en otros (en aquellos que se preocupan por hacer bien su ejercicio ciudadano, o sin importarnos atestiguar que otros tantos lo hagan mal), el problema no es de ellos o de los demás, sino propio. Porque la apatía tiene consecuencias. Y reconocerlo, es un principio de solución. Porque si quiero y exijo cambios a los demás, debo primero "hablar con el ejemplo" del cambio propio. Entonces, si bien brota urgente resolver problemas a la vista, para buscar corregir el fétido desagüe de las consecuencias acumuladas por cuenta de una sociedad que en su promedio ha sido históricamente apática con lo común; es más importante reconocer la culpa propia, para que, desde ya y en todo momento, seamos cuidadoso ejemplo del tipo de ciudadanía que anhelamos tener: ¿Más justa? Seamos justos con el otro, seamos prudentes y tratemos con justicia y cuidado el mundo natural que nos rodea; ¿Más armónica con el ambiente? Seamos ejemplo de armonía en casa, o ciudad, vereda o territorio; ¿Más culta? Esforcémonos por cultivar conocimientos integrales y ayudar a otros a lo mismo; ¿Más solidaria? No podemos pretender tener un país solidario si no lo ejercitamos en nuestra comunidad, dentro de ambientes que no afecten a los demás; ¿Más sensata y coherente? No seamos apáticos a lo contrario, cuidando los derechos humanos que a todos nos corresponden, y los derechos de la naturaleza que a toda ella por igual le corresponden. En lo personal, soy apenas aprendiz. Pero bueno, constantemente ejercito y me esfuerzo por ese reconocimiento del que aquí invito, para evitar errar, o corregir pronto mis yerros. Felipe Andrés Velasco © Tota, 05.5.2021
2 Comentarios
Pedro Reyes Zambrano
6/5/2021 01:53:18 pm
Bueno, el país - nuestra pequeña casa común - arde. Duele sentir lo que nos acontece y que la mayoría lo siente pero no lo expresa. Por esto, tu invitación a reflexionar sintiendo es un acto solidario y necesario. Hay que expresarse y con toda claridad: SI NO TENEMOS ORDEN EN NUESTRA VIDA (incluye equidad, oportunidades, información, participación, etc) NO TENDREMOS ARMONÍA.
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Felipe Velasco
6/5/2021 02:38:53 pm
Gracias Pedro, lo resumes bien, y lo enseñas constantemente con sabiduría: Primero el orden propio (en todo aspecto, pensamientos, acciones etc), para tener y reclamar armonía en los demás. Abrazo.
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Reflexiones
Reflejos de mi sentir sobre temas ambientales.
© Felipe Andrés Velasco AutorFelipe A. Velasco Archivos
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