Han estado grises de color estos días, nubes cargadas y lluvias frecuentes. Pero ayer, de repente, se iluminó en medio del verde, un precioso rojo y negro, solitario, e inquieto. Y bueno, acercando la mirada a esta belleza de la vida, me hace reflexionar que esto podría ser parte del ejercicio diario. No importa cuan gris pueda estar un día, una temporada, o parezca estar así la propia existencia, esta misma nos ofrece oportunidades de contemplar otros colores, maravillarnos con ello, e inhalar esperanza para seguir. Basta observar. En esto último, la observación, me detengo un párrafo. Su ausencia -creo yo- es una de las causas que nos tienen como sociedad (y humanidad) tan desconectados del entorno, tan bloqueados ante sus mensajes, y por ello mismo tan desinteresados por su cuidado. Sentarse un día sobre una roca en ladera a contemplar el paisaje, percibir los sonidos y el lenguaje del entorno, apreciar sus formas, sus expresiones, maravillarse con la armonía en la diversidad (o la rareza en la monotonía), todo ello y más nos permiten sentir un poco qué somos y hacemos, o qué no y debemos. Se nos entrega un llamado de humildad, de igualdad y respeto. Porque es así como el medio se comunica, con plenitud de valores en cada instante, enseñando a quien desee aprender.
Así resultó. Más allá de un bonito pájaro que llega y se va, la suerte de ese instante me invitó a reflexionar, y compartir. © Felipe A. Velasco Sogamoso, 14.4.2018
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Reflexiones
Reflejos de mi sentir sobre temas ambientales.
© Felipe Andrés Velasco AutorFelipe A. Velasco Archivos
Enero 2024
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