Hoy deseo compartir una visión para el nuevo año, en torno al Lago de Tota: Ese importante y bello humedal lacustre alto-andino que ocupa buena parte actual de mi tiempo, energía y pensamientos. Hace poco tuve un breve debate por correo electrónico con un amigo, acerca de los problemas del lago. Esto a raíz de una fotografía de incentivo al turismo en la región en la cual aparece el lago y que, en opinión de este amigo, no debiera mostrarse por el impacto que representan las actividades de la imagen, en particular el cultivo de cebolla y sus malas prácticas. Esto llevó a algunos correos de ida y de vuelta, y hoy utilizo el episodio como preámbulo para nuevas miradas sobre nuestro lago, de cara al nuevo año. Con el paso de estos últimos seis y medio años dedicados al trabajo ambiental desde la ONG Fundación Montecito, gran parte de los cuales se han orientado de un modo u otro al Lago de Tota, me he permitido construir y deconstruir pensamiento ambiental sobre este lugar. Y me he permitido también cambiar, ajustar y madurar opiniones, conceptos y percepciones de su situación, de su complejidad. Al tiempo que, por igual me he facilitado el tránsito desde la inicial gradería del observador que juzga y señala, hacia la arena de ser y sentirme un actor más, integrado a ese escenario objeto de múltiples críticas. Con lo cual por igual he transitado constantemente desde la mirada externa, hacia la interna. Ha sido en gran medida intuitivo, movido por el reto de escalar deseando una meta, pero sin saber realmente el sendero, de hecho creando camino al paso. La preparación ha sido una mezcla de saberes y sinsaberes, ajustando las cosas sobre la marcha. Me refiero al proceso personal, no obstante que el trabajo ha tenido y sigue teniendo grupo y equipo en el trayecto. Todo ha sido importante, y todo incluso necesario. Tanto en el proceso ambiental hacia el lago, como en el proceso personal de aquellos a bordo, en el aprendizaje, en el ideario, en la creatividad, y por supuesto también en la puesta en marcha de acciones diversas. ![]() Al momento presente, tengo claro una lista de cinco problemas principales, nucleares, que afectan este ecosistema e impiden y bloquean su positivo cambio. Representan, a mi juicio, la causa en la cual reposa el desenlace de sus impactos y malas prácticas generales. Estos son (i) la carencia de protección, (ii) la injusticia ambiental, hídrica y económica que sufre la cuenca y sus comunidades, (iii) la debilidad y desarticulación de gobernabilidad y también de gobernanza, (iv) las carencias educativas-formativas de un mejor ciudadano, uno sensible con su entorno e integral y coherente con sus actos, de la mano con falencias en comunicación, conciencia y participación ciudadana, y (v) el desentendimiento de las cadenas de valor en los análisis y soluciones integrales requeridas. En palabras de Sir Nicholas Winton (1909 - 2015), se resumiría en problemas de ética y compromiso. Los enumero aquí sin ahondar, para brindar un marco general de reflexión, sin pretensión distinta que la de estimular un debate dialéctico y algunos comentarios útiles en la construcción sólida de posturas colectivas. Y digo dialéctico porque, creo yo, si hay algo que bastante daño hace en el proceso de enfrentar riesgos y problemas ambientales, es la adopción patológica de pensamientos cerrados y bloqueados, inflexibles al tiempo que excluyentes, en los que pensar distinto tiene per se el poder de romper y negar diálogos, y señalar el pensamiento contrario como objetivo de sordo rechazo, en los que lamentablemente se destruye toda posibilidad de sensatez, y se retrasa la posibilidad de construir inteligencia colectiva. Son problemas claves aquellos cinco que, creo yo, nos afectan a todos en la cuenca y su completo mapa de actores, con diferencias solamente en el grado de afectación: En unos la cosa es más grave que en otros. Y por lo tanto, la visión que hoy comparto no es otra que imaginar los opuestos de esa problemática. Quiero y anhelo ver que el Lago de Tota y su cuenca (i) estén protegidos al mejor nivel posible, al tiempo que permita actividades sostenibles y uso racional en el territorio, (ii) tengan una fuerte reducción de la brecha económica, social y ambiental de tal suerte que permitan un balance de beneficios y compensaciones, una armonía floreciente de oportunidades especialmente a las comunidades menos favorecidas, (iii) reciban presencia y acción constante y articulada de todos los actores de Gobierno con injerencia y competencia en el territorio, al tiempo con similares niveles de participación de la sociedad civil en la gobernanza de la cuenca, (iv) sean objeto de notables desarrollos educativos que conduzcan a "crear" mejores ciudadanos, con altos niveles éticos y sobresalientes estados de compromiso y participación con el destino de su entorno y región, y (v) reciban la integración constante, proactiva y responsable de los múltiples actores en las cadenas de valor asociadas a la cuenca.
Así deseo ver lo invisible del Lago de Tota, porque como consecuencia de ello podrá percibirse un cambio general y positivo en el bienestar del lago como en el de todas las comunidades (humanas y no-humanas) que de él dependemos. Felipe A. Velasco - @EcoSentir Sogamoso, 10.1.2017
0 Comentarios
Tu comentario se publicará después de su aprobación.
Deja una respuesta. |
Reflexiones
Reflejos de mi sentir sobre temas ambientales.
© Felipe Andrés Velasco AutorFelipe A. Velasco Archivos
Abril 2023
Categorías
Todo
|